El abordaje del linfoma pasa sí o sí por el trabajo en equipo, por la conexión, por la unión... por todos esos nexos que se establecen entre los diferentes actores implicados en el día a día de la enfermedad.

Y, por ello, hemos juntado a hematólogos, enfermeros, cuidadores y, cómo no, pacientes, para que cuenten sus experiencias a través de cinco conversaciones sinceras y cercanas.

El abordaje del Linfoma B Difuso de Células Grandes ha mejorado en los últimos años, pero, como destaca el doctor Raúl Córdoba, aún queda mucho por hacer. El mayor reto es conseguir curar a todos los pacientes y eso pasa por seguir innovando e investigando.

Vicente fue diagnosticado de Linfoma B Difuso de Células Grandes y, aparte del equipo médico que trata el linfoma, cuenta con un apoyo fundamental para superar la enfermedad: la figura del cuidador. Gracias a esta unión, Vicente se siente más fuerte frente al linfoma.

Como cuidadora, Estrella representa el apoyo, la compañía y el cariño que necesita un paciente a lo largo de la enfermedad. Los nexos entre cuidador y enfermería han de ser fuertes, de contacto directo y cercano con el paciente.

Coordinación, cuidado y cercanía. Son algunos de los pilares sobre los que se sustenta la relación enfermera-paciente. Un nexo generado desde el principio del diagnóstico y a lo largo del tratamiento en el que el paciente se siente arropado frente a la enfermedad.

El diagnóstico del linfoma impacta de lleno en la vida de los pacientes y sus seres queridos. Aún más duro es si se sufre una recaída y el linfoma vuelve a aparecer. Mª Teresa resalta la seguridad y confianza en su hematólogo como una de las claves para hacer frente al linfoma.

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