El diagnóstico de cáncer nunca viene solo. Se trata de una experiencia que puede despertar emociones muy intensas, como la tristeza, la ira, el miedo, la culpa o la vergüenza. Son sentimientos normales que forman parte de un proceso psicológico en el que el estrés, la ansiedad, la depresión y otras emociones complejas pueden aflorar.
Por este motivo presentamos una serie de recursos y vídeos con testimonios de ayuda para pacientes oncológicos.
Para afrontar una situación de este tipo, es necesario atender adecuadamente la salud mental, ya que cuidarla contribuye a mejorar algunos aspectos de la salud física, como el dolor o el cansancio. Es importante reconocer los sentimientos que se van desarrollando en cada etapa, ya que cambiarán con el tiempo y evolucionarán. Identificarlos y admitirlos es fundamental en un proceso en el que negar o reprimir las emociones puede empeorar la salud mental y física a largo plazo.
Para ayudarte a lidiar con esta situación emocional, ofrecemos un documento de libre descarga que pretende ayudar a las personas con cáncer, en general, y cáncer de pulmón, en particular, y a su entorno cercano a saber convivir con la enfermedad y controlar mejor las emociones
Cuando los sentimientos no se reconocen, también resulta más difícil acceder al apoyo necesario para mejorar. Hablar del cáncer es importante. Expresar las emociones y las preocupaciones con el entorno más cercano, familia y amigos, contribuye a que el paciente se sienta más arropado.
Acudir a expertos siempre es de gran ayuda, la psicología oncológica ofrece herramientas que permiten a pacientes y familiares abordar cada etapa del proceso, pero también es útil contar con estrategias de afrontamiento propias, especialmente cuando la ayuda externa de un psicooncólogo no puede darse de inmediato. Las asociaciones de pacientes también cuentan con recursos para guiarnos en el proceso.
Podemos contribuir a mejorar nuestra la salud mental como pacientes incorporando a nuestro día a día nuevas rutinas. Es muy importante, por ejemplo, construir una red de apoyo de la que pueden formar parte amigos, familia o miembros del equipo de atención médica. Sentirse apoyado reduce el estrés, conversar con otros pacientes en situación similar puede ayudar a normalizar los sentimientos y charlar con profesionales sanitarios, como médicos, psicooncólogos o enfermeras pueden ayudarte a entender mejor el momento que estás viviendo.
Pasar tiempo en la naturaleza y mantener cierta actividad física, siempre dentro de las posibilidades de cada uno, mejora la calidad de vida, la salud mental y la aptitud física. En la misma línea, hay técnicas como la meditación y el mindfulness o atención plena que permiten aliviar síntomas y mejorar el bienestar psicológico y físico. La autoafirmación positiva, el dominar nuestro discurso interior para que los pensamientos positivos se impongan a los negativos también suma en la mejora de la calidad de vida y en la resiliencia del paciente.
En un momento tan delicado, fijar nuevas metas, introducir nuevos objetivos en el día a día desde el punto de vista social, creativo o de las aficiones aumenta el sentido de esperanza, lo que implica menos depresión, ansiedad, dolor y fatiga.
Más allá de lo que pueda hacer cada paciente por sí mismo, solicitar ayuda es fundamental. Cuanto antes, mejor. Hay muchas personas que desarrollan en estas circunstancias depresión clínica o ansiedad. Cuando se convive con el cáncer no es fácil diagnosticar a la primera estas situaciones, por lo que conviene acudir al equipo médico ante cualquier síntoma. La tristeza, la falta de esperanza o la angustia psicológica pueden ir acompañadas de cansancio, falta de apetito o dolor.
La psicología oncológica es especialmente clave en estos casos, ya que el psicooncólogo tendrá en cuenta todos los aspectos que rodean al paciente y a su familia para ofrecer apoyo.
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