Durante más de 20 años, en Roche hemos desarrollado medicamentos que redefinen el tratamiento en hematología. En la actualidad, seguimos invirtiendo en investigaciones en una amplia gama de combinaciones moleculares, así como en diferentes puntos finales clínicos y líneas de tratamiento.
En Roche, la investigación se centra en las áreas donde existe una mayor necesidad clínica. Es decir, buscamos marcar la diferencia para los paciente con opciones de tratamiento limitadas, bien porque hay una necesidad de mejorar las tasas de curación, o bien porque los períodos de remisión pueden extenderse. El reto es que las personas estén más tiempo sin sufrir la enfermedad y con una mejor calidad de vida durante ese período.
Así, la manera en la que se aplican los tratamientos es una parte esencial de los avances científicos en este área, porque se centra en mejorar la vidas de los pacientes. Las infusiones intravenosas prolongadas y la posibilidad de que el tratamiento pueda continuar durante el resto de sus vidas es uno de los obstáculos a los que se tienen que enfrentar los pacientes. Por ello, la introducción de opciones de administración más rápidas y más convenientes puede mejorar significativamente la experiencia de tratamiento en el paciente.
Nuestra creciente comprensión de la biología de los cánceres de la sangre está transformando el desarrollo de los tratamientos en los pacientes. Desde la introducción del primer anticuerpo monoclonal para el tratamiento del cáncer de la sangre hace 20 años, la comunidad científica junto con las compañías de atención médica han trabajado incansablemente para mejorar las opciones disponibles para estos pacientes.
Sin embargo, todavía hay cosas por hacer. La mayoría de este tipo de cánceres de la sangre no se curan con una sola intervención. Estamos trabajando en tres vías. En primer lugar los investigadores están trabajando a partir de una familia de proteínas llamadas ‘linfoma de células B 2’ que desempeñan un papel importante en la regulación de la muerte celular, así como en el desarrollo de nuevos inhibidores de moléculas pequeñas para apuntar las vías de señalización recientemente descubiertas.
En segundo lugar los conjugados anticuerpo-fármaco (ADC) son otra clase emergente de tratamientos contra el cáncer que están revolucionando la quimioterapia para el cáncer de la sangre. Los ADC tienen un nuevo modo de acción en el que una toxina se une a un anticuerpo monoclonal para atacar y destruir las células cancerosas. A diferencia de la quimioterapia tradicional, las ACD están diseñadas para unirse sólo a receptores específicos, por lo que pueden ahorrar células sanas y, al mismo tiempo, destruir las cancerosas.
En tercer lugar, estamos viendo resultados alentadores en los tratamientos sin quimioterapia, sobre todo enfocado a pacientes que, debido a la edad o su fragilidad, no están lo suficientemente bien como para someterse a un tratamiento de quimioterapia como los actuales.
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